Horizonte 2025: el contenedor de textil llegará a tu calle

La industria textil es la segunda más contaminante del mundo. La producción textil es responsable del 20% de las aguas residuales y del 10% de las emisiones globales de carbono. Los cambios de consumo respecto a la ropa que hemos ido adquiriendo en los últimos 30 años ha hecho saltar todas las alarmas del ecologismo.

Ante este panorama, no faltan las personas, organizaciones, administraciones, empresas y organismos que acepten y digan que esta situación debe revertirse. Que hay que actuar, que hay que replantear modelos de producción, de consumo y de reaprovechamiento. Pero una cosa es decir hacia dónde debemos ir y otra bien diferente es planificar la llegada. Hay que poner deberes, fechas, deadlines.

En ese sentido llegó desde la Unión Europea la modificación de la Directiva 2008/98/CE. Esta directiva, que originalmente ya estableció hace más de diez años cuál es la jerarquía de residuos (prevención, reutilización, reciclado, valorización para otros fines y eliminación) y que regulaba diferentes aspectos de la gestión de éstos, fue modificada en 2018.

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¿Qué cambia con la nueva directiva?

La modificación se hizo en torno a una idea muy clara: avanzar en la consecución de la economía circular. Se estableció para a más tardar el 1 de enero de 2025 una recogida separada de residuos textiles de origen doméstico. Esta es una fecha clave para el sector de la recogida y tratamiento de este tipo de residuos. Marca un horizonte por el cual no solo los municipios deberán adaptarse a esta directiva contratando el servicio de recogida de ropa usada, si no que la sociedad deberá completar el cambio de chip por el cual no considera aún un vaquero o una bufanda un residuo equivalente a un cartón o una botella.

Más allá del textil, también se estableció para a más tardar el 31 de diciembre de 2023 la recogida por separado de los biorresiduos o su reciclaje en origen (por ejemplo, mediante compostaje). Es importante mencionarlo para comprobar la apuesta global por la circularidad como el eje transversal que atravesará todos los sectores durante esta década. 

En cuanto a la recogida separada, la directiva deja abierta la posibilidad de que sea realizada mediante un sistema puerta a puerta, de entrega y recepción y otras modalidades que permitan que se separen según su tipo y naturaleza. De hecho, mientras no se impida el reciclaje de alta calidad u otro tipo de valorización de residuos en consonancia con la jerarquía de residuos, la recogida puede hacerse conjunta (de todos los residuos sean los que sean) sin ningún tipo de problema.

¿Y qué hay del modelo SCRAP?

Aunque ahora mismo no hay contemplado ningún mecanismo concreto que lo haga efectivo de forma regulada, todo apunta a que el sector, de una forma u otra, se debe encaminar hacia el modelo SCRAP.

Cuando hablamos de SCRAP nos referimos a los Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor. Es decir, dibujar una trazabilidad de la prenda de forma que quien la produce asume una parte de la responsabilidad cuando esa pieza en un futuro se convierta en residuo. 

En esta línea, debemos encaminarnos hacia un modelo que tenga unos requisitos ambiciosos que aseguren no solo el funcionamiento legal y efectivo del SCRAP si no que sea una palanca que ayude a transformar el sector.

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